miércoles, 23 de marzo de 2016

Cuando la realidad supera a la ficción

Las películas logran transportarnos a otros mundos. Las películas, nos hacen reflexionar, nos hacen pensar, nos hacen vivir la historia de un personaje, nos tocan la fibra sensible, nos evaden de la realidad. Hay veces que llegan a ser realmente inspiradoras, tanto, que nos hacen emerger nuevos pensamientos o visiones acerca de nuestra vida o de nosotros mismos. 

El 28 de Diciembre de 1985,los hermanos Lumière proyectaron la salida de los obreros de una fábrica francesa en Lyon, la demolición de un muro, la llegada de un tren y un barco saliendo de un puerto. Ese momento, marcaría un antes y un después en la historia. Se había creado el cine, y como consecuencia de ello, se rodaron innumerables películas. Así, el cine se convirtió en el séptimo arte. 

Hasta la fecha, en el mundo se han producido millones de películas y con ellas se han narrado millones de historias. Historias basadas en los típicos cuentos que nos han contado cuándo éramos pequeños, historias que desde un principio sabíamos como iban a acabar o historias que nos descolocan con un inesperado final. 



En la vida real, los finales felices son escasos y lejanos entre sí. Quizás por eso necesitamos las películas, para recordarnos que pese a todo, las cosas menos pensadas pueden surgir en los sitios menos probables.

Hay veces que nuestra vida se torna como una película, pero en lugar de ser un mero espectador tomamos el papel protagonista. Vivimos el guión que poco a poco vamos escribiendo con nuestras decisiones, con nuestros aciertos,con nuestros errores. Y nos sorprendemos cuándo nos sucede algo inesperado, o cuando rompemos con el guión,cuando la vida real supera con creces a la ficción.

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