jueves, 28 de agosto de 2014

Capítulo II: ¿Esclavos de la sociedad?

"El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. 
Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. 
Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo"
Friedrich Nietzsche

En una sociedad tan egoísta y materialista, difícil es que una persona se pare durante un momento y te dedique unos minutos de su vida a preguntárte "¿En qué piensas?"... Si te sucede, ni te haces la idea de lo afortunado que eres.

Normalmente cuando este mundo gira en torno a modas y ejemplos, no siempre la masa acierta y sigue lo correcto, más bien lo mediocre o transgresor se lleva el gato al agua. La gente busca encajar, y para lograrlo satisfactoriamente, es capaz de fingir por miedo al rechazo o la soledad. No les culpo, si bien en parte dejan "su identidad" aparcada a un lado, me solidarizo en parte porque ser invisible es lo peor que te puede ocurrir.  En un mundo donde nos predican que no todo se reduce a blanco o negro pero que a la hora de la verdad esa preferencia por el gris es aparentemente fingido, uno tiende a rendirse, rebelarse o sobrevivir.

Puedes apoyarte en que "mejor es estar muerto que de rodillas", "que se podrá matar al soñador, pero no al sueño"... sin embargo, sin quererlo, al optar por esa vía, te condena a crearte una burbuja que solamente te aislará más cuando ya de por sí es complicado integrarte. Si eres sensato, aunque otros podrán llamarte hipócrita, jugarás al juego de la comunidad (dado que formas parte, te muevas o no, cumpliendo tu papel ya sea para aislarte o unirte) pero eso no implica que abandones tus aspiraciones, tus sueños, tus ilusiones, tu esencia.

Muchas personas se abandonan al no tener esperanza, pero otras donde yo me incluyo, pasamos de casilla en casilla en este tablero llamado "vida" acatando las reglas más flexibles aunque a veces nos toque enfrentarnos con las que rozan, resquebrajan y entran en conflicto con nuestros principios. Aislarte solo implica quedarse solo, no es de cobarde confesarlo, es más bien duro si lo acatas... y si no te mueves, nadie lo hará por ti.

Es probable que durante el juego, sin quererlo y muy a tu pesar, cambies, el contacto es inevitable y adquirirás aspectos sin darte cuenta pero que con el tiempo te avergüences de ello pero es el riesgo, y como sabes, para conseguir lo que deseas has de arriesgarte porque merece la pena.

Siguiendo el ejemplo del tablero de juego, darás con personas que han perdido toda su esencia, alienadas por el viento que empuja la sociedad y contribuyendo a reforzarla negativamente para endurecerla o que perdure; pero también darás con quienes optan por lo que he dicho: moverte pero sin perderte. Y curiosamente, cruzarse contigo sea la recompensa a su sacrificio, de igual forma que el dar tú con ellas la felicidad que la esperanza te prometía; les demostrarás quien eres, y verán que no están solas, y entonces, en ese momento, habrás ganado la partida.



Sé que puede verse como un consejo positivo, pero dentro de lo que cabe, la sociedad no es nadie sin los individuos que la integran y por tanto, aunque aparente lo contrario, sabe que puede también perder. Contará con la impaciencia, la incertidumbre, pero la esperanza, la fe y la persistencia que debes tener, no se lo pondrán fácil y serán pues sus peores enemigas. Así que, de ti depende si ganar o perder(te).