jueves, 18 de septiembre de 2014

Fénix

Dicen que en la adversidad se miden las personas. Hay veces que los golpes son realmente duros y cuesta volver a ponerse en pie, pero finalmente, acabas haciéndolo. Una y otra vez. Antes de ello, pasas por un periodo de recuperación.

Las recuperaciones no son fáciles, suelen doler más que el propio golpe. La gente más cercana puede ayudarte, aconsejarte, entenderte, aliviar la carga que llevas a cuestas… pero en realidad, la recuperación acabas haciéndola tú solo. Una vez hemos pasado ese periodo crítico o de vulnerabilidad por un tiempo, salimos fortalecidos. Si crees que has perdido el tiempo, quizás te equivocas, ya que curar las heridas no es fácil, requiere de paciencia y de tiempo y hay algunas que tardan en cicatrizar. Una vez lo has hecho, es momento de volver a reincorporarte a la carrera. 


¿Quién dijo que iba a ser fácil? Encontrarás obstáculos y vas a tener que sortearlos. Van a ponerte a prueba. Vas a sentir dolor. Ahí es donde tienes que ser consciente de las veces que te has caído y te has levantado, de aquello que anhelabas y has conseguido, de todo aquello que puedes y te queda por conseguir. Inevitablemente una vez has vuelto al terreno de juego, te preguntas donde se había ido la fuerza que tienes cuando te habías caído, te preguntas dónde estabas tú mismo y en verdad no nos hemos ido, seguimos ahí, pero vulnerables solo por un tiempo.

De cada derrota, aprendemos. De cada derrota, somos más sabios. De cada caída, aprendemos a vencer, a superarnos, y una vez más a preguntarnos: ¿Es lo máximo que podemos dar de nosotros mismos?

jueves, 11 de septiembre de 2014

Capítulo III: ¿Qué pasa cuando morimos?

« Al morir solo queda ser polvo, para renacer siendo viento.
Morir es renacer sin haberse ido »


Capítulo algo tétrico... pero que en etapas de nuestra vida va cambiando la perspectiva conforme a lo que LA MUERTE es para nosotros.

Cuando era pequeño pensé que era el fin, me aterraba tanto que con solo pensar en ello me hacía hasta llorar porque sabía que era algo de lo que no podría "escaparme".

Imaginaos cuando veía un coche fúnebre o un ataúd...


La muerte era un tema tabú, me daba incluso pavor preguntar a mis padres, solo yo me contestaba a todo por lo que veía.

He de reconocer que con esa edad mis vecinos que eran mayores, iban muriéndose demasiado seguido sin dejar amplio margen entre una defunción y otra.

La religión pudo/puede ofrecerme respuestas, la resurrección de la carne y del espíritu... sin embargo, creo que conforme he crecido, mi temor a la muerte se apaciguó, y más que verla como una enemiga, como el fin, la considero como un punto y seguido a otro camino... Si creo en el más allá, en el karma, en las coincidencias, en las señales, en el destino y demás, es obvio que eso influye en mi concepción de la misma.
Para mi Dios no es un señor viejo con barba y túnica blanca con trono sentado en una nube en el cielo, para mi es una fuerza, una energía primitiva, que está presente en nuestro mundo, y sus muestras más evidentes son la naturaleza, por compararlo con algo: es tierna y salvaje...


Y sin desviarme del tema, creo que me acerco más al budismo, la reencarnación... nuestra alma no muere, pues somos energía (y la energía ni se crea ni se destruye), volvemos a este mundo a "arreglar" lo pendiente de vidas pasadas aunque no tenemos consciencia ni idea, porque estamos como "amnésicos"... de ahí que los déjà vu o los sueños sean la vía que muchos justifican para recordar fragmentos, recuerdos, de lo anterior...

Lo del nirvana  el estado de total liberación y por consiguiente, el cese del "renacimiento",  no voy a desarrollarlo pero sería que todos aspiramos a alcanzarlo, lo logramos tarde o temprano...


Por otro lado, quiero recalcar que si esto equivale a la fuente suprema de todo bien, ha de estar la imperfección, el mal (?) para guardar el equilibrio... somos como una cascada de agua que conforme va pasando por diversos lugares va limpiándose de impurezas hasta ser purificada.



Obviamente, es mi creencia resumida a grandes rasgos, pero también hay aspectos que no tienen respuesta, inconclusos, que fallan o no coinciden, faltan piezas para completar el puzzle... pero, los humanos somos demasiado inferiores al concepto de eternidad y a la inmensidad del Universo, por lo que nuestro cerebro nunca sería capaz de entender y razonar todo cuanto encierran.