miércoles, 14 de diciembre de 2016

Bohemios

Primero hemos de definir a los bohemios. ¿Qué es un bohemio?
 1. Natural de Bohemia, región de la República Checa.
 2. Persona de raza gitana.
 3. Se dice de la vida que se aparta de las normas y convenciones sociales, principalmente la atribuida a los artistas.
 4. Lengua de Bohemia. 
La palabra "Bohemio" puede aplicarse a todas estas referencias… Sin embargo, quizá una de la más conocidas es aquella que define a "bohemio" como aquella persona que lleva un estilo diferente al convencional y que posee una escala de valores distinta a la de la sociedad sedentaria y burguesa, concretamente a artistas e intelectuales. Ese bohemio se suele decantar por el mundo de las ideas, el conocimiento, la creación artística, el enriquecimiento intelectual, el interés por otras realidades o manifestaciones culturales.

"A veces la locura se une a la bohemia y aunque parezca increíble engendra frutos de genialidad".

Bohemio en la palabra:

Arthur Rimbaud: Poeta francés nacido en Charleville en 1854. Mostró desde pequeño un gran talento para la literatura. Estudiante inquieto y burlón, era sin embargo superdotado y brillante: A los quince años ya había ganado todo tipo de premios de redacción y compuesto originales versos y diálogos en latín. Tras un concurso de composición latina sobre el tema de Yugurta, el profesor Desdouets dirá de él: 
«Nada banal germina dentro de esta cabeza. Será un genio del Mal o un genio del Bien». 

Muy joven se trasladó a Paris donde trabó amistad con importantes poetas de la época, especialmente con Paul Verlaine con quien sostuvo una tormentosa relación amorosa que terminó dos años después a raíz de serias disputas entre ambos. Para entonces, su conducta se había vuelto caótica e irreverente; había comenzado a beber y se divertía conmocionando a los burgueses locales con sus vestimentas andrajosas, sus pintadas de «Muera Dios» en las iglesias y su cabello largo. De esta época datan las primeras publicaciones "El barco borracho" en 1871 y "Una temporada en el infierno" en 1873. 

Su obra, de marcado tono simbolista, está profundamente influida por Baudelaire, por su interés en el ocultismo, en la religión y en la exploración sobre el subconsciente individual. 

Rimbaud y Verlaine iniciaron rápidamente una tormentosa relación sentimental. Durante el tiempo que estuvieron juntos, llevaron una salvaje vida disoluta de vagabundos, embriagados de ajenjo y hachís. Así escandalizaron a la elite literaria parisina, indignada en particular por el comportamiento de Rimbaud, auténtico arquetipo del enfant terrible. A lo largo de este período continuó escribiendo sus contundentes y visionarios versos modernos.

Verlaine & Rimbaud

La tempestuosa relación homosexual entre Rimbaud y Verlaine los condujo a Londres en septiembre de 1872, abandonando el último de ellos a su esposa e hijo pequeño (a quienes solía maltratar en extremo durante las iras causadas por el alcohol). Rimbaud y Verlaine vivieron en una considerable pobreza en Bloomsbury y en Camden Town, viviendo de dar clases y de una pequeña mensualidad dada por la madre de Verlaine. Rimbaud pasó sus días en el Museo Británico, donde "la calefacción, la iluminación, las plumas y la tinta eran gratis".

En julio de 1873, después de una pelea en extremo violenta en la mansión situada en el 1000 de la Rue de Brasseurs de Bruselas, Verlaine le disparó en la muñeca a Rimbaud. Temiendo por su vida, Rimbaud llamó a la policía. Verlaine fue arrestado y sometido a un humillante examen médico legal, luego de que se considerara la comprometedora correspondencia y las acusaciones de la esposa de Verlaine respecto de la naturaleza de la amistad entre los dos hombres. El juez fue tajante y, a pesar de que Rimbaud retiró la denuncia, Verlaine fue condenado a dos años de prisión.

Rimbaud y Verlaine se encontraron por última vez en 1875, en Alemania, luego de que éste recuperara la libertad y tras su simulada conversión al catolicismo. Pero este encuentro no salió del todo bien, tomando en cuenta el hecho de que Verlaine salió del sitio de la reunión con cortaduras de navaja en la cara. Para entonces Rimbaud había abandonado la escritura y había optado por una vida estable de trabajo, harto ya de su salvaje existencia anterior.

Continuó viajando extensamente por Europa, mayoritariamente a pie. En el verano de 1876, se enroló como soldado en el ejército holandés para viajar gratis a Java (Indonesia), donde rápidamente desertó, regresando a Francia en barco. Viajó a Chipre y, en 1880, finalmente se radicó en Adén (Yemen), como empleado de cierta importancia en la Agencia Bardey. Allí tuvo varias amantes nativas; por un tiempo vivió con una abisinia.

 En 1884 dejó ese trabajo y se transformó en mercader cuentapropista en Harar, en la actual Etiopía. Hizo una pequeña fortuna como traficante de armas; hasta que en su rodilla derecha se desarrolló una sinovitis que degeneró en carcinoma; lo cual le forzó a regresar a Francia el 9 de mayo de 1891, donde días después le amputaron la pierna. Finalmente murió en Marsella, el 10 de noviembre, a la edad de 37 años.


 El baile de los ahorcados 

En la horca negra bailan, amable manco, 
 bailan los paladines, 
 los descarnados danzarines del diablo; 
 danzan que danzan sin fin 
los esqueletos de Saladín. 

 ¡Monseñor Belzebú tira de la corbata 
de sus títeres negros, que al cielo gesticulan, 
 y al darles en la frente un buen zapatillazo 
 les obliga a bailar ritmos de Villancico! 

 Sorprendidos, los títeres, juntan sus brazos gráciles: 
 como un órgano negro, los pechos horadados, 
 que antaño damiselas gentiles abrazaban, 
 se rozan y entrechocan, en espantoso amor. 

 ¡Hurra!, alegres danzantes que perdisteis la panza , 
trenzad vuestras cabriolas pues el tablao es amplio, 
¡Que no sepan, por Dios, si es danza o es batalla! 
 ¡Furioso, Belzebú rasga sus violines! 

 ¡Rudos talones; nunca su sandalia se gasta! 
Todos se han despojado de su sayo de piel: 
 lo que queda no asusta y se ve sin escándalo. 
En sus cráneos, la nieve ha puesto un blanco gorro. 

 El cuervo es la cimera de estas cabezas rotas;
 cuelga un jirón de carne de su flaca barbilla: 
 parecen, cuando giran en sombrías refriegas, 
 rígidos paladines, con bardas de cartón. ¡

Hurra!, ¡que el cierzo azuza en el vals de los huesos! 
 ¡y la horca negra muge cual órgano de hierro! 
 y responden los lobos desde bosques morados: 
 rojo, en el horizonte, el cielo es un infierno... 

 ¡Zarandéame a estos fúnebres capitanes 
que desgranan, ladinos, con largos dedos rotos, 
un rosario de amor por sus pálidas vértebras: 
 ¡difuntos, que no estamos aquí en un monasterio! . 

 Y de pronto, en el centro de esta danza macabra 
 brinca hacia el cielo rojo, loco, un gran esqueleto, 
 llevado por el ímpetu, cual corcel se encabrita 
 y, al sentir en el cuello la cuerda tiesa aún,

crispa sus cortos dedos contra un fémur que cruje
con gritos que recuerdan atroces carcajadas, 
y, como un saltimbanqui se agita en su caseta, 
 vuelve a iniciar su baile al son de la osamenta. 

 En la horca negra bailan, amable manco, 
 bailan los paladines, 
 los descarnados danzarines del diablo;
 danzan que danzan sin fin los esqueletos de Saladín.


Arthur Rimbaud, considerado como la cumbre del simbolismo francés, fue precursor de la poesía moderna; su obra es decadente y sensual. 

Hay más de un bohemio, lo hay de la palabra, del arte, de la música y de la vida...
Así que esto CONTINUARÁ.

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