domingo, 5 de octubre de 2014

Capitulo IV: El silencio


El silencio es un arma de doble filo con la que hay que tener mucho cuidado, y la verdad, nunca viene mal ser cauto. 
Por una parte, si no la sabemos controlar, nos puede pasar por encima y por ende, cuesta levantarse; pero por otra, también nos ayuda a adentrarnos en nuestro mundo interior para intentar hallar una respuesta favorable a un suceso, hecho u acción que se nos haya presentado sin esperarlo. 

Sin embargo, navegar dentro de nosotros mismos deja de ser confortable si pasamos demasiado tiempo en ello, el viaje se haría entonces muy largo y no tardaría en llegar la soledad.

A veces uno siente que el silencio es prescindible e inútil si tienes amigos con quien compartir tus ahogos, penas y frustraciones, ya que sólo así puedes recibir consejos que te encaucen a un mejor dominio de tu vida. 

Pero... los silencios son necesarios. Ni la más selecta verborrea logrará equilibrar lo que una pausa. Los silencios se enlazan fácilmente a emociones indescriptibles, que distan remotamente de palabras escudriñadas. 
Silencios que sin esperarlo, dan respuesta a las dudas que carcomen nuestras entrañas, Silencios bienvenidos que nos protegen de agregar palabras que nos conducirán a equivocarnos. Silencios que bien empleados benefician a las relaciones, produciendo lazos fuertes y duraderos.

Y como todo en esta vida, el silencio lastima, hiere y duele como los puñales que utiliza la inquietud.  Silencios que no deberían suceder, aquellos que nos "transmiten" falta de interés e incipientes descuidos, desidias que nos matan lentamente porque percibimos que somos invisibles, inútiles, prescindibles para esos otros que nos "ignoran". Silencios que ceban abrupta y constantemente a las dudas hasta conducirnos a la más horrible de las desesperaciones. 

Silencios incómodos que debes romperlos en cuanto tengas oportunidad y así derrotar al lamento que lleva tras de sí. 
Silencios "escandalosos" donde la situación lo dice todo, relegando a la palabra, Silencios que no nos ayudan, que nos separan. Silencios que no comunican nada...

¿Sabemos pues utilizarlo?

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