lunes, 3 de abril de 2017

Reseña "El Ladrón de Vírgenes" — David de Juan de Marcos

Información 

Titulo Original: El Ladrón de Vírgenes
Autor: David de Juan de Marcos
Editorial: HarperCollins
Género: Narrativa
Cubierta: Tapa Blanda
ISBN: 9788491390466
Páginas: 200


Sinopsis

He de reconocer que en nuestras pesadillas siempre supimos que volvería, que algún día subiría el caminito en forma de culebra cercado de castaños y sus botas embarradas cruzarían con un ímpetu desordenado la única puerta de la casa por donde entraba el sol. Se sentaría en la mesa de tarugos sin pulir con la cuchara de latón en el puño y esperaría a que se le sirviera de comer como si nada hubiera pasado. Como si no nos hubiera arrancado la alegría del pecho. Era mi padre.
Tras catorce años de misteriosa ausencia, Andrés Pajuelo regresa a su casa con la idea de robar una serie de valiosas obras de arte religioso en varias iglesias de la sierra. Para esta empresa necesitará la ayuda de sus dos hijos, del melindroso prometido de su hija y de un enigmático gigante experto en teología y en arte sacro. Cuando todo parece listo para ejecutar el último y más lucrativo de los expolios, la banda de ladrones es acusada de varios asesinatos. Para sorpresa de toda su familia, Andrés reconocerá al instante su culpa ahorcándose en público.


Opinión 

He de reconocer que en un inicio desconocía al autor, a raíz de que escuché muy buenas críticas sobre su anterior novela, "La mejor de las vidas" (de otro género, por cierto) y el título tan sugerente de la que hoy voy a reseñar, no tardé en quedar intrigado con su sinopsis y decidir leerlo.

El libro puede dividirse en una pequeña introducción que presenta los hechos que ya ocurrieron tiempo atrás en boca de Cirilo, el hijo de Andrés Pajuelo, quien ejerce de narrador; seguida de tres partes que corresponderían a un flashback: Maneras de Volver a Casa, La Maldición de la Diabla, La voz que nos guía. Naturalmente, en la última, hay un par de páginas que vuelven al presente para comentar aspectos del presentes que desconocíamos y que no se recogieron al principio dado que todo se enfocaba en un robo, un ahorcamiento y tres asesinatos. Y es que efectivamente, nada es lo que parece.

Desde la primera página quedé eclipsado con la prosa tan elaborada y poética del autor; son incontables las metáforas, metonimias, símiles, prosopopeyas así como una excelente técnica para sin embargo no caer en eufemismos. Lo llamativo es que hay un estilo indirecto que si bien en un inicio te descoloca, ya que en mi caso, pocas veces lo he visto en los libros que he leído, enseguida te acostumbras y en absoluto dificulta el ritmo de la narración ni afecta a la soltura de los acontecimientos.
Justamente, David de Juan de Marcos sabe captar la atención del lector, manteniendo la intriga y el misterio hasta el final, llegando a confundirnos y jugando con nosotros para que hasta que no cerremos el libro no saquemos conclusiones precipitadas. Puede magistralmente detenerse y abordar aspectos subyacentes a la trama y no por ello aburrirnos, como tomar las riendas de ella, y arrastrarnos ante una acción desbordante, sobre todo en la ultima parte.

Pero no me saltaré el orden, Cirilo es el menor de los tres hijos de Andrés junto a Mathias y Valeria. Tres hermanos que han crecido con la ausencia de un padre que inesperadamente regresa a casa con un desconocido fortachón llamado Julio Ramón Ortega, cuando daban por hecho que jamás asomaría la cabeza por ahí. Paradógicamente me extrañé que de buenas a primeras no le reprocharan nada, actuarán como si nada, todos salvo su esposa, que pasiva o sumisa, solo observa, acata y calla. Es natural que los hermanos sientan odio por esa ausencia paternal, despecho, resquemor, solo que no lo admiten porque no les conviene o por temor a expresarlo por las consecuencias que podrían acarrear.

"No podía verlos, pero era fácil adivinar las maldiciones de los más rezagados que nos vigilaban tras los visillos de sus casas con una mezcla de odio porque mi padre hubiera vuelto del más allá en tan mala hora a romper su calma milenaria y, al mismo tiempo, llenos de regocijo porque iban a tener de qué murmurar durante días."

Un personaje más de la novela podría considerarse al pueblo y el tumulto, el grupo de su gente, que como ovejas, son previsibles y todas van en una misma dirección. Efectivamente, los lectores que vivan en un pueblo enseguida conectaran de manera más intima y estrecha con la obra, pues es el pan de cada día ya que con semejante escenario, el tiempo parece detenerse y ser reacio a los cambios mientras todo avanza conforme a los adelantos que traen consigo los siglos venideros.

"El conocimiento es para los acaudalados y para los que llevan sotana. Esperemos que esto cambie con los años."

Y lo notamos en la estampa del pueblo: en descripciones internas y externas, en la vida aldeana y su folklore así como en los emplazamientos naturales como el campo o las cuevas. Hasta es notable en el lenguaje de Andrés, coloquial rozando lo vulgar, con refranes y dichos que envuelven y magnifican su fanfarronería. Gentes analfabetas, de nivel bajo socio-cultural que chocan y sin querer hacen resaltar al único personaje culto y elocuente del libro.

Si bien lo que impera es la historia en sí, he de confesar que me he maravillado por las reflexiones filosóficas y didácticas que se asoman ante Cirilo, ya sea realizadas por él o siendo testigo como oyente de otro personaje (cuyo nombre no revelaré).

"En la naturaleza todo aquello que no es útil se desecha, todo lo necesario persiste. Si en miles de años la idea religiosa no ha sido eliminada de nuestro instinto es por lo ineludible del concepto. Da igual si hay otra vida, si hay uno, ninguno o cien dioses. La oración nos hace conocernos mejor (...), es la excusa para hablar con uno mismo y respirar. (...)  
Pero la gente del pueblo, cuando se sienta sobre esos bancos, entiende que habla con Dios o la Virgen, y aunque tal vez nadie escuche, aunque seguramente todos los dioses sean sordos, ellos encuentran la manera de darse ánimos y esperanzas, de seguir adelante. Porque de un modo u otro siempre estamos solos, y es dentro de uno mismo donde hay que buscar respuestas".

Y es que el trágico suceso, como mencioné arriba, da para mucho más de si que explicar una perspectiva distinta a la que todos creen (porque ha de ser así) con la verdad de los hechos, la auténtica que solo los protagonistas conocen porque obviamente son testigos al haberla vivido.

Dejando a un lado el suicidio y los dos asesinatos, el autor toca, incluso se recrea en otros temas que, ya sean unos más resaltados que otros, no han de pasarse por alto. Desde los más abstractos hasta los más existenciales: el primer amor, el sexo, el embarazo a temprana edad, el matrimonio por conveniencia, la pasión por el arte y el tráfico de reliquias, el conocimiento, la traición, la codicia, el despecho, la herencia árabe, la guerra civil y por último, y no menos importante, la religión (que por supuestísimo, está atada por más que se niegue a la superstición y a la controversia del agnosticismo).

"Creo que en el pueblo siempre estuvimos un poco obsesionados con los demonios y todo lo virulento se le atribuía a ellos o a su influjo."

En resumidas cuentas, todo se reduce efectivamente a "el que dirán", los secretos y a guardar las apariencias.

Son pocas páginas, de buenas a primeras, pero que no deben ser prejuzgadas ya que contienen en sí una excelente historia para contar, ninguna página desperdiciada, y por supuesto, ya se sabe que lo breve y conciso puede dar vuelta a lo extenso que abusa de meter paja y florituras innecesarias.

Una novela en cuyo desenlace el autor encaja todas las piezas y deja maniatado todo cuanto esperamos y aquello que en un principio dábamos por zanjado, dejándonos sorprendidos y asombrados, y en mi caso, gratamente satisfecho y encantado tras su lectura.


Calificación


2 comentarios:

  1. Hola, muchas gracias por participar en el sorteo , desde " estoy entre páginas " te deseo suerte y me quedo tambien yo por tu blog ;)

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  2. Es un libro que se queda contigo. Fondo y forma.
    Un abrazo

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