lunes, 17 de agosto de 2015

Las despedidas nunca son fáciles

Conforme crecemos, todo se complica más. Tenemos que lidiar con situaciones que jamás hubiéramos imaginado. Tenemos que tomar decisiones, tenemos que elegir. Cada elección significa renunciar a algo. Establecemos un orden de prioridades. Elegimos una opción y renunciamos a otra.

Para conseguir aquello que queremos, debemos hacer sacrificios. Algunos parece que son mínimos, otros sin embargo, duelen de verdad. Llega un momento en el que llegas a preguntarte si dicho sacrificio para alcanzar aquello que anhelamos merece la pena. Y todo se reduce a seguir añorando aquello que hemos dejado atrás, o seguir adelante.


Con las personas sucede algo parecido. Durante nuestra vida se conforma una pasarela de gente que desfila por ella, algunos para irse, otros para quedarse, o simplemente para aprender algo de ellos. Lo complicado, es tener que decir adiós a personas que nos importan de verdad.

Hay momentos en los que no hay vuelta de hoja, en los que por mucho que te duela, tienes que saber decir adiós. Tienes que aprender a pasar página. Nadie dice que sea fácil. Las despedidas duelen y en un primer momento dichas personas se llevan parte de nosotros. Con el tiempo, acabas quedándote con lo que has aprendido o todo aquello que te ha aportado dicha persona o situación. Otras veces sin embargo, te das cuenta de que hay despedidas que son necesarias y que hay otras, que ni siquiera podemos evitar.